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miércoles, 29 de febrero de 2012

El mordisco más poderoso de todos los animales de la Tierra


El Tiranosaurio rex tenía una dentellada bestial que podía alcanzar una fuerza de 57.000 Newtons


El mordisco más poderoso de todos los animales de la Tierra
Archivo
El mordisco del Tiranosaurio rex podía alcanzar una fuerza de 57.000 Newtons

El Tyrannosaurius rex, el depredador por excelencia, la bestia del Cretácico que duplicaba su tamaño en tan solo cinco años, tenía el mordisco más poderoso de todos los animales vivientes o extintos que han pisado alguna vez la Tierra. Así lo que creen investigadores de la Universidad de Liverpool, que han utilizado un modelo computacional para reconstruir el músculo de la mandíbula del dinosaurio. La investigación aparece publicada en Biology Letters
El equipo amplió de forma artificial el cráneo de un humano, de un cocodrilo y del enorme terópodo carnívoro Allosaurus al del tamaño de un T. rex adulto. En cada caso, las fuerzas de mordida aumentaron como era de esperar, pero no llegaban al nivel del de el tiranosaurio, lo que sugiere que tuvo la mordedura más potente de cualquier animal terrestre.
Estudios anteriores han estimado que el mordisco del tiranosaurio tenía una fuerza de 8.000 a 13.400 Newtons, pero dado el tamaño del animal, que se cree pesaba más de 6.000 kg, los investigadores sospecharon que su mordisco podría haber sido aún más poderoso. Los científicos de Liverpool desarrollaron un modelo informático para conocer cómo era esta dentellada, un método que ya ha sido utilizado para predecir las velocidades de carrera de los dinosaurios.
La fuerza del mordisco de un animal está en gran medida determinada por el tamaño de los músculos de la mandíbula. Usando sus modelos informáticos, los investigadores probaron una serie de valores alternativos del músculo, ya que no se conoce con precisión cómo eran los músculos de los dinosaurios. Incluso teniendo en cuenta los márgenes de error, el modelo todavía demostraba que el T. rex tenía un mordisco más potente de lo que se sugiere. Los menores valores previstos fueron de alrededor de 20.000 Newtons, mientras que los mayores valores llegaron a los 57.000 Newtons.
Los investigadores también encontraron que los resultados para las crías de T. rex juvenil eran más débiles que los del adulto. La gran diferencia entre las dos mediciones puede sugerir que el dinosaurio se sometió a un cambio en sus costumbres de alimentación a medida que crecía.

Velocidad y fuerza

Como explica Karl Bates, del departamento de Biología Musculoesquelética de la Universidad de Liverpool, «el poder de la mandíbula del tiranosaurio ha sido un tema muy debatido en los últimos años. Los científicos solo tienen el esqueleto para trabajar, ya que el músculo no sobrevive con el fósil, por lo que a menudo tenemos que confiar en el análisis estadístico o de comparaciones cualitativas de animales vivos, que difieren mucho en tamaño y forma de los dinosaurios gigantes y enigmáticos como el T. rex». En la medida que estos métodos son de alguna manera indirectos, «puede ser difícil obtener una visión objetiva de la forma en que los dinosaurios podrían haber funcionado y de lo que eran capaces».
«Nosotros tomamos lo que sabíamos sobre el esqueleto del T. rex y construimos un modelo informático que incorpora la anatomía principal y los factores fisiológicos que determinan el desarrollo del mordisco. A continuación, pedimos a la computadora que reprodujera el mordisco, por lo que podemos medir directamente su velocidad y su fuerza y compararlas con las de otros animales».
El investigador cree que sus resultados confirman que el tiranosaurio tenía un potente mordisco que le convertía en uno de los depredadores más peligrosos que hayan vagado por nuestro planeta. 

 
Fuente:   ABC

Primer análisis del polvo del asteroide Itokawa


Muestra recogida por la sonda japonesa Hayabusa

Detalle de un grano recogido de la superficie del asteroide. | Universidad de Okayama / JAXA

Detalle de un grano recogido de la superficie del asteroide. | Universidad de Okayama / JAXA
Su objetivo era tan ambicioso como difícil de completar con éxito. La sonda japonesa 'Hayabusa' debía recoger muestras de rocas del asteroide 25143 Itowaka y traerlas a la Tierra. Finalmente, en junio de 2010 y tras siete años de viaje, regresó con una pequeña muestra de polvo de la superficie del asteroide, la primera que se consigue traer de un objeto más lejano que la Luna.
Veinte meses después de que la nave volviera a la Tierra, un equipo de investigadores japoneses ha ofrecido los primeros resultados del análisis de una pequeña parte de estas muestra. Sus conclusiones se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
El estudio de cinco de los 1.500 granos líticos (pequeñas partículas de material sólido) recogidos por la sonda ha revelado cráteres minúsculos y partículas adheridas, a escalas entre la micra y el nanómetro. Según sugieren los autores, los impactos de estas partículas juegan un importante papel en la evolución de los asteroides y otros objetos interplanetarios, y contribuyen a modelarlos.
Jesús Martínez-Frías, investigador del departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), destaca que este estudio ha permitido "analizar, por primera vez, las propiedades de los asteroides y los impactos cosmogénicos, y sus consecuencias texturales, mineralógicas y geoquímicas a escala micro y nanométrica". El científico considera que "se trata de una de una investigación de gran interés, cuya principal limitación radica en la escasez del material analizado".

Hallazgo 'espectacular'

Por su parte, Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, califica de "espectacular la detección de esos micro y nanocráteres en la superficie de los granos y, lo que es más interesante, la posibilidad de estudiar las partículas interplanetarias que han quedado adheridas en el asteroide, muy difíciles de colectar de otra manera. La importancia de las colisiones en la evolución de los asteroides es del dominio público, pero el efecto de estas micro y nanocolisiones se pone ahora de manifiesto por vez primera".
Según el astrónomo, aunque son muy ligeros, "estos proyectiles parecen animados por altísimas velocidades. Un gran número de ellos puede ser capaz de crear un efecto muy significativo alterando la superficie de los asteroides. El fenómeno físico podría ser algo similar al que se produce con los chorros de arena que se utilizan para limpiar superficies [fachadas, metales, etc.] en trabajos industriales", compara.
Para Bachiller, "resulta sorprendente que el proceso de adherencia de partículas tenga tanta importancia en un pequeño cuerpo como el Itokawa [unos 500 metros de tamaño], donde la velocidad de escape es tan solo de 0,2 metros/segundo [mucho menor que, por ejemplo, en la Luna], lo que debería favorecer la expulsión de material al espacio exterior tras cada colisión".

Colaboración internacional

El polvo que Japón tiene en sus manos supone una valiosísima fuente para estudiar los asteroides. Por ello, la agencia espacial nipona, JAXA, ofrece a los investigadores de todo el mundo la posibilidad de participar en su análisis.
La ambiciosa misión 'Hayabusa' para traer por primera vez a la Tierra rocas de un asteroide fue un éxito parcial para Japón. Por un lado, consiguió que la sonda completara su largo viaje, llegara a su destino y regresara a nuestro planeta. Sin embargo, sólo pudo traer una pequeña cantidad de polvo de la superficie.
"Aunque 'Hayabusa' no haya podido traer rocas, no hay que restarle importancia. Es la primera vez que se trae material de más allá de la Luna. Las otras misiones comparables han sido la 'Stardust', de la NASA, que trajo granos de polvo de la cola de un cometa, y la malograda 'Fobos-Grunt' de la agencia rusa, Roscosmos".
El ambicioso objetivo de la nave rusa era recoger muestras de Fobos, una de las dos lunas de Marte, y traerlas de vuelta a la Tierra. Sin embargo, un fallo técnico impidió que se situara en la órbita adecuada y dos meses después de su lanzamiento, los restos de la sonda cayeron en el Pacífico.
Bachiller considera que el complicado experimento que acaban de hacer los nipones "ilustra el grado de madurez de la tecnología espacial japonesa" y considera que la Agencia Espacial Europea (ESA) debería reforzar los lazos de colaboración con su homóloga japonesa (JAXA).

 
Fuente:   elmundo

La NASA prevé una posible misión a Marte en 2018, pese a los recortes presupuestarios


Las reducciones de la Administración Obama suponen una pérdida de 430 millones de euros en 2012 solo para el programa de exploración marciana


La NASA prevé una posible misión a Marte en 2018, pese a los recortes presupuestarios
reuters
Recreación artística del Mars Science Laboratory Curiosity, el rartilugio robótico de la NASA para explorar Marte

El jefe científico de la NASA, John Grunsfeld, anunció este martes que la agencia espacial estadounidense no descarta iniciar un programa de exploración de Marte de cara a 2018. Según explicó, este nuevo proyecto necesitaría la aportación del equipo humano, así como de la tecnología espacial de la NASA.
Sin embargo, la principal preocupación para esta misión es el dinero, ya que la agencia espacial ha sufrido recortes en su presupuesto para los próximos años. En este sentido, Grunsfeld señaló que se está estudiando la posibilidad de invertir algo más de 520 millones de euros en este proyecto, ya que, a su juicio, «la exploración de Marte es una oportunidad que no debe perderse».
El jefe científico de la NASA realizó estas declaraciones durante su intervención en encuentro anual del Grupo de Análisis del programa de Exploración de Marte (MEPAG), que se han mostrado, según ha publicado «Nature», «muy contrariados» por los recortes anunciados por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el pasado 13 de febrero. Concretamente, las reducciones de Obama suponen una pérdida de 430 millones de euros en 2012 y 140 millones de euros en 2015, sólo para el programa de exploración marciano de la NASA.
«Cuando se hizo pública la decisión de Obama, la gente se quedó sentada con la boca abierta, tratando de asimilar lo que esto iba a significar para MEGAP», explicó el exdirector de programas a Marte, Scott Hubbard. Así, una de las principales preocupaciones de los científicos de la NASA es que una de las 'joyas de la corona' de la agencia espacial esté en peligro ya que, con la falta de presupuesto, también se ha anulado parte del programa estratégico de este grupo, empezando por la retirada de la NASA del proyecto «ExoMars», que iba a realizar en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA).

Mantener en marcha el programa

Esta misión, en principio, tiene dos fases: en la primera se enviará en 2016 un orbitador para estudiar la atmósfera de Marte; mientras que en la segunda se enviará un rover (en 2018) que se encargará de recoger muestras de la superficie del planeta rojo.
Los directivos de la agencia espacial decidieron que, tras el recorte de presupuesto, la NASA no podía adquirir un compromiso de ese tipo con la ESA y ha decidido invertir ese dinero en programas más emblemáticos de la agencia, como el Telescopio Espacial James Webb. Con el nuevo anuncio de Grunsfeld, el Ejecutivo estadounidense espera que una misión en 2018 (aunque no sea muy ambiciosa) y un presupuesto de 520 millones de euros para el MEPAG mantenga en marcha el programa de Marte de la NASA.
Por su parte, el presidente de MEPAG, David Des Marais, se ha mostrado optimista y ha indicado que con ese dinero un orbitador «podría todavía hacer mucho de la ciencia».
 
Fuente:   ABC

¿Descubrieron América los europeos prehistóricos?


Una polémica hipótesis que apunta que cazadores de la Edad de piedra alcanzaron el Nuevo Mundo desde el Golfo de Vizcaya vuelve a la actualidad tras nuevos descubrimientos arqueológicos


¿Descubrieron América los europeos prehistóricos?

El debate sobre quiénes fueron los primeros en llegar a América vuelve a abrirse una vez más. En 1999, los arqueólogos Dennis Stanford y Bruce Bradley lanzaron una hipótesis revolucionaria que señalaba que los europeos del suroeste de Francia y la cornisa cantábrica fueron los primeros en llegar a América a través del Atlántico hace entre 17.000 y 15.000 años. La teoría solutrense, como es conocida, no obtuvo un gran respaldo de la comunidad científica por varias razones, entre ellas la dificultad de cruzar el océano con la tecnología de la época, la ausencia en la cultura Clovis -supuestamente la más ancestral americana- de arte parietal y las escasas pruebas arqueológicas para sostenerla. Sin embargo, los científicos que la propusieron siguen convencidos. Sus nuevos argumentos son una serie de herramientas de piedra de estilo europeo de 19.000 a 26.000 años de antigüedad encontradas en seis lugares diferentes en la costa este de Estados Unidos. Según los autores, estos hallazgos se encuentran entre los descubrimientos arqueológicos más importantes desde hace varias décadas y pueden aumentar considerablemente nuestra comprensión de la propagación de la humanidad alrededor del mundo.
Según publica el diario The Independent, Dennis Stanford, del Instituto Smithsoniano en Washington, y Bruce Bradley, profesor de la Universidad de Exeter, los dos principales arqueólogos que han analizado todas las pruebas, proponen que europeos occidentales viajaron a América del Norte atravesando el filo de la parte congelada del norte del Atlántico con un bote o sobre el hielo. Con la Edad de Hielo en pleno apogeo, alrededor de tres millones de kilómetros cuadrados del Atlántico Norte estaban cubiertos de hielo toda o buena parte del año.

Capaces de cruzar el Atlántico

Stanford y Bradley creen que los hombres de la Edad de Piedra eran perfectamente capaces de hacer el viaje de 1.500 millas a través del hielo del Atlántico, pero hasta ahora no tenían pruebas para demostrarlo. Sin embargo, creen que los nuevos materiales encontrados, entre ellos un cuchillo de sílex aparecido en el estado de Virginia, apoyan su teoría. De todas formas reconocen que aún hacen falta más investigaciones de los restos encontrados. De momento, su historia aparece publicada en un nuevo libro «Across the Atlantic Ice».
Los autores creen que aunque los europeos fueran los primeros en llegar, se encontraron en desventaja frente a los asiáticos que entraron en el Nuevo Mundo a través del puente de Bering hace unos 13.500 años, cuando Asia y América estaban unidas por una lengua de tierra. Los asiáticos tuvieron más facilidades para llegar durante muchos más años, lo que pudo favorecer su migración. Como resultado, los europeos, mucho menores en número, pudieron haber sido aniquilados por los recién llegados. Una polémica teoría que aún tiene mucho por demostrar.
 
Fuente:   ABC

Así fue el gran bombardeo sobre la Luna


Hace 4.000 millones de años, nuestro satélite natural recibió por segunda vez una sucesión de impactos provocados por los cambios en las órbitas de los planetas gigantes


Así fue el gran bombardeo sobre la Luna
NASA
La Luna sufrió un gran bombardeo hace 4.000 millones de años

Así fue el gran bombardeo sobre la Luna
Diagrama del Sistema solar tras el cataclismo lunar

Durante los primeros días de la Tierra, nuestro planeta y otros en el interior del sistema solar, también la Luna, experimentaron repetidos impactos de los desechos que formaban los bloques de construcción planetaria. Con el tiempo, cuando este material fue arrastrado e incorporado a los planetas interiores, la tasa de impactos disminuyó. Sin embargo, hace unos 4.000 millones de años, se sucedió una segunda oleada de impactos. ¿Ocurrió de igual forma? ¿El mismo fenómeno se produjo dos veces? No exactamente. Una nueva investigación ha descubierto que los nuevos proyectiles lunares golpearon a velocidades mucho más altas, incluso el doble. Esta gran velocidad de colisión, según los científicos, demuestra el origen de las «pedradas»: los asteroides del cinturón principal que fueron desalojados y enviados al interior del sistema solar por los cambios en las órbitas de los planetas gigantes. El estudio, que aparece publicado en la revista Earth and Planetary Science Letters, no es solo una curiosidad científica, sino que puede tener importantes implicaciones en una futura exploración o colonización de la Luna.
En efecto, el equipo de investigadores del Instituto de Ciencia Lunar (NLSI) de la NASA situado en el Centro de Investigación Ames en Moffett Field, California, descubrió que el «cataclismo» que ocurrió en la Luna hace 4.000 millones de años se produjo a velocidades mucho más altas que las que hicieron los cráteres más antiguos. Los científicos encontraron pruebas que apoyan este escenario mediante el examen de la historia de la formación de cráteres en la Luna. Para ello, analizaron, entre otras, imágenes tomadas por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), que actualmente orbita alrededor de la Luna.
Sus resultados muestran que los cráteres formados cerca de la cuenca de impacto Nectaris, de 860 km de diámetro, cercano al lugar de alunizaje del Apolo 16, fueron creados por proyectiles que golpearon dos veces más rápido que los que se encuentran en los terrenos más antiguos. Esto puede verse por un sutil cambio en los tamaños de los cráteres, de un 30% a un 40% mayores como promedio que los cráteres más antiguos.

Antes de Aitken

Pero, ¿por qué eran más rápidos estos proyectiles? Puede indicar un cambio en el sistema solar. El análisis apoya la hipótesis de un cataclismo lunar que se produjo hace 4.000 millones de años, debido a las perturbaciones gravitatorias causadas por la reorganización de los planetas gigantes a medida que sus órbitas cambiaban. «Es fascinante que la superficie de nuestra Luna registre evidencias de los cambios orbitales de Júpiter y Saturno que se produjeron hace mucho tiempo», dice Yvonne Pendleton, que ha participado en la investigación.
El aumento en la velocidad parece haber ocurrido después de que se formara la cuenca de impacto más grande de la Luna, el cráter Aitken, en la cara oculta, de 2.500 kilómetros de diámetro, pero antes de la formación del cráter lleno de lava más grande, visible desde todo el mundo.
«Este es un momento emocionante para la investigación lunar con la LRO y otras naves espaciales proporcionando tantos nuevos datos tanto», indica el autor principal de la investigación, Simone Marchi. Determinar la magnitud y la duración de cualquier cataclismo de impacto supone una prioridad para el futuro de la ciencia si queremos volver a explorar la Luna, según un informe publicado con anterioridad por el Consejo Nacional de Investigación de EE.UU.

 
Fuente:   ABC