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miércoles, 29 de agosto de 2012

El Friso Maya y el Diluvio Universal



A veces las evidencias que podrían corroborar una determinada historia se escabullen para tornar esa historia aún más enigmática e improbable de lo que por si misma parece. 
En otros casos las pruebas resultan ser tan endebles como la evidencia que en este caso nos acompaña: una simple fotografía. Sin embargo la historia de este retrato en sí es tan interesante como lo que en él vemos.
 Teoberto Maler es el responsable de esta captura fotográfica. El fue un personaje más que interesante, el cual dedicó gran parte de su vida a explorar y documentar la cultura maya plasmada en inmortales construcciones de piedra legadas a la humanidad futura. 
Era arquitecto e ingeniero, por lo cual podemos imaginar su enorme interés por las construcciones piramidales de la antigua cultura centroamericana. 
Fué uno de los primeros, si no el primero, en tener un concepto moderno de la preservación arqueológica dado que se disgustaba con los exploradores de su época quienes arrebataban inescrupulosamente objetos y piedras grabadas de las ruinas; Maler consideraba que los sitios arqueológicos debían permanecer intactos, por lo cual es considerado un precursor de la disciplina arqueológica moderna.
El prestigio de Maler es indiscutible al punto que uno de los complejos de edificaciones en Tikal lleva su nombre: Complejo Maler. El dejó su firma grabada en una de las paredes de roca de una de las estructuras principales de la acrópolis central, inmortalizando así su presencia en el sitio.
La fotografía
La foto tomada por Maler nos muestra una escena por demás sobrecogedora, intrigante y a la vez familiar. Un hombre ataviado indudablemente con vestimenta de la cultura maya, se encuentra en una canoa escapando de una situación escalofriante: un gran cataclismo, el cual se hace evidente en la erupción del volcán que está al fondo y otros más allá del horizonte; la portentosa actividad sísmica está presente en el derrumbe de una pirámide justo a la izquierda del volcán. Las consecuencias de un poderoso tsunami se pueden apreciar en la persona que flota en las aguas a la deriva; y el pez muerto, símbolo de un gran desastre ecológico marino. Otros detalles de la fotografía serán considerados más adelante. ¿Pero por qué esta fotografía debería considerarse una excelente evidencia en vez de una prueba endeble? Para responder esta pregunta debemos remitirnos a un posible amigo de Maler, el arquitecto inglés Robert Stacy-Judd , quien utilizó dicha fotografía en un libro que este publicó en 1939 “Atlantis: Mother of Empires”.
Aparentemente la foto original habría estado en poder del propio Robert Stacy-Judd y según declaraciones del propio Stacy-Judd, antes de morir Maler habría revelado que lo que muestra la fotografía es sólo una porción de un extenso friso que circunda la totalidad de una cámara subterránea. No deberíamos dudar que el arquitecto inglés dijo la verdad, pero además conociendo su inclinación e interés por el arte maya, deberíamos sospechar que si Maler le confió la ubicación de esa cámara, Stacy-Judd jamás revelaría su ubicación sin antes ser el ‘primero’ en llegar hasta ese lugar perdido en las selvas guatemaltecas. Pero eso tal vez nunca lo sabremos.
Tampoco sabremos si esa información “llegó” o fue comprada por algún coleccionista privado o algún testaferro de la NASA. ¿La NASA? ¡Sí la NASA! Muchas personas piensan que a ese organismo del “gobierno” estadounidense sólo le importan los viajes espaciales y la puesta en órbita de satélites artificiales; sin embargo ya sabemos con certeza que en los años 70s, más precisamente en 1976, una expedición patrocinada por la NASA y comandada por el ex astronauta Neil Armstrong exploró la Cueva de los Tayos, en Ecuador, donde el húngaro-argentino Juan Moricz había descubierto años atrás a un grupo de aborígenes que hablaban el antiguo idioma húngaro y eran los guardianes del acceso a una cueva que según Moricz recorría las entrañas de la cordillera de los Andes y donde se guardaban unas planchas de metal con extraños símbolos jamás descifrados. Armstrong dijo posteriormente que nunca encontraron nada, lo cual contradice sus primeras declaraciones donde aseguró que aquella experiencia había sido más sorprendente que su viaje a la Luna. No cabe duda que “alguien” aconsejó a Armstrong rectificar sus declaraciones pues fuera lo que fuera lo que el ex astronauta vio en la Cueva de los Tayos, esto no era algo que debía cederse al dominio público.
Entonces, volviendo a nuestra fotografía del friso maya, si la NASA o algún otro grupo con oscuras intenciones de desinformación se apoderó literalmente del sitio descubierto por Maler, jamás sabremos algo acerca de esas ruinas. Pero hay una pregunta que no puedo dejar de hacerme y que a la vez quiero dejar flotando en la mente del lector ¿El resto del friso donde Maler tomó la foto del escape, contenía alguna información que relacione ese evento con el fin del calendario maya?
 
Fuente:    despiertaalfuturo

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