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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Agujeros negros en los océanos


Los remolinos más gigantescos de los mares, de hasta 150 km de diámetro, funcionan igual que los sumideros del espacio: nada atrapado en ellos puede escapar. Ahora, unos investigadores han sido capaces de identificar sus límites

Los misteriosos agujeros negros de los océanos
Harry Clarke, 1919
Un terrorífico cuento de Edgar A. Poe ha servido de inspiración a los científicos
En su cuento «Un descenso al Maelström», el escritor estadounidense Edgar Allan Poe narra cómo un terrible remolino que se produce en las costas de Noruega se traga un barco con tres marineros a bordo. Cómo prosigue la historia es pura imaginación, pero la forma en la que el genial literato describe ese gigantesco sumidero marino, rodeado de un cinturón estable de espuma, ha servido de inspiración a dos investigadores para conocer más sobre este tipo de fenómenos de los que, aparentemente, nadie puede salir vivo. En su estudio, George Haller, de la ETH Zurich, y Francisco Beron-Vera, de la Universidad de Miami, afirman que algunos de los gigantescos remolinos -pueden superar los 150 kilómetros de diámetro- que giran y van a la deriva a través del océano son matemáticamente equivalentes a los agujeros negros. Nada atrapado en ellos consigue escapar.

Los agujeros negros en el espacio se distinguen por tener una masa tan grande que atraen a todo lo que se les acerca demasiado. Nada puede escapar, ni siquiera la luz. Pero a una distancia crítica, un haz de luz no cae en espiral en el agujero, sino que se dobla y vuelve a su posición original, formando una órbita circular. La barrera formada por las órbitas cerradas de luz se denomina esfera de fotones en la teoría de la relatividad de Einstein.
Con ayuda de imágenes satelitales y una nueva técnica matemática, Haller y Beron-Vera descubrieron que algunos de los grandes remolinos de los océanos se parecen mucho a los agujeros negros. Como sus homólogos en el espacio, tienen barreras en las que las partículas de fluido se mueven en bucles cerrados, de forma similar a la trayectoria de la luz en una esfera de fotones. Y como en un agujero negro, nada puede escapar del interior de esos bucles, ni siquiera el agua.
Según los investigadores, precisamente esas barreras pueden ayudar a identificar los remolinos oceánicos, cuyos límites exactos en el agua han permanecido indetectables hasta ahora, ya que resultaban caóticos para el observador, tanto fuera como dentro del remolino. Y esto es importante para conocer el funcionamiento de los océanos y su influencia en el clima.

Un «taxi» marino

Debido a que los remolinos oceánicos similares a los agujeros negros son estables, funcionan como un vehículo de transporte perfecto para los microorganismos como el plancton o para residuos de plástico o aceite, pero también para el agua con un calor y contenido en sal distinto del agua circundante. Los autores han comprobado esto en los Anillos de las Agujas, un grupo de remolinos oceánicos que surgen periódicamente en el Océano Austral (donde la presencia de este fenómeno está aumentando), en el extremo sur de África, y que transportan agua salada cálida hacia el noroeste. Los investigadores identificaron siete de estos anillos del tipo agujero negro, que transportan el mismo cuerpo de agua sin fugas durante casi un año.
Haller cree que existen vórtices coherentes similares en otros sitios del Universo. Por ejemplo, cree que la Gran Mancha Roja, una tormenta estacionaria en el planeta Júpiter, podría ser el ejemplo más espectacular de este fenómeno. 



Fuente:    ABC

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