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sábado, 7 de julio de 2012

Puede afectar las erupciones del volcán de la Isla de el Hierro a la Isla de la Palma de Gran Canaria y provocar un "mega Tsunami"?









Imágenes captadas en enero del 2012


La presión del magma detectado en la isla canaria de El Hierro ha causado en los últimos cuatro días en la isla de la deformación de cuatro a cinco pulgadas ( 1 pulgada = 2.54 cm) en sentido vertical como horizontal de tres a cuatro, según lo informado por la Dirección de Seguridad de las Islas Canarias.




La energía liberada ha llegado a 420.000 millones de julios, un hecho que, junto con la aceleración del proceso de deformación del suelo pruebas magmática en la isla canaria, donde hay un proceso de inflación se centra en el área que se producen los terremotos.


La Dirección General de Seguridad, que coordina las de Protección Civil del Plan de Riesgo islas volcánicas, dijo que desde el inicio se encuentra en proceso magmático, el domingo pasado, se han producido en El Hierro a más de 750 terremotos.
El sismo de mayor magnitud de 4,0 grados en la escala de Richter, se produjo el miércoles a las 18.55 horas en el Mar de la Calma, a 2 km de la costa y 20 kilómetros de profundidad.
La actividad sísmica se inició en el mar del Golfo (al norte de El Hierro) y luego moverse hacia el centro de la isla, coincidiendo con el punto de intersección de los surcos, para migrar posteriormente hacia el oeste.
Desde el mediodía el 25 de junio la sismicidad se concentra en un área que incluye el oeste y la parte dorsal del Julan, y desde las 12.00 horas del 27 de junio el foco del terremoto comienza a migrar hacia el Mar de las Calmas.
Ante esta evidencia, nos hacemos una pregunta: ¿ Hay riesgo de que se genere un Mega Tsunami en el Atlántico ?


Científico inglés en el año 2005 alertó sobre la posibilidad de tsunamis en Canarias

Olas de más 100 metros. Mareas que se desplazan a 700 km/h. Pueblos bajo el mar... El escenario lo pinta un grupo de expertos que teme que el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, se derrumbe sobre el Atlántico
Es el hombre más temido y odiado en las agencias de turismo de La Palma. Se llama Bill McGuire, es científico, y aunque su aspecto recuerda al de una persona amable y tranquila, sus predicciones hacen temblar a los habitantes de la isla y sus alrededores.

No es de extrañar. McGuire y el equipo de vulcanólogos que dirige en el Benfield Research Hazard Centre, dependiente del Colegio Universitario de Londres, están convencidos de que un día, impreciso en el tiempo, un maremoto similar al que ha devastado Asia podría despertar en la isla canaria.

Y todo empezaría, según él, en las entrañas del volcán de Cumbre Vieja, el más activo del archipiélago.

Una potencial erupción podría desplazar las rocas que sostienen intacta a esta montaña de fuego, y hacer caer, parcial o totalmente, el resto de la ladera (un trozo de roca de 500 kilómetros cúbicos) a las agitadas aguas del Atlántico.

Y de esa manera comenzaría a escribirse el génesis del apocalipsis para la isla de La Palma.

La secuencia de la hipotética catástrofe, cuya primera versión gráfica fue publicada en septiembre de 2001 en un artículo de la revista Geophysical Research Letters, permitía ver cómo la masa rocosa, de caer en su totalidad, produciría con su violenta inmersión una serie de tsunamis (olas gigantescas de entre 100 y 900 metros de altura) que arrasarían, a velocidades de hasta 700 km/h, con todo lo que hallaran a su paso.

El escenario que describe McGuire podría incluso superar al de estos días en Asia. «Si se desprendiera la totalidad de la ladera occidental del volcán de Cumbre Vieja, las olas podrían superar en 100 metros de altura, cerca de las Canarias, a las provocadas por el maremoto en el Indico. Y casi en 20 metros a las que alcanzarían las costas de América del Norte. Esto significa que los tsunamis serían, respectivamente, entre 10 y 20 veces más elevados que los que han azotado Asia», declaraba el jueves a CRONICA.

Los tsunamis también se harían sentir en las costas del oeste de Africa, España, Portugal, Francia y el Reino Unido. Y entre siete y 10 horas más tarde podrían alcanzar el litoral de América del Sur y del Norte. Una catástrofe natural cuyo número de víctimas se estima en unos 100 millones de personas. «Esto únicamente se produciría», puntualiza McGuire, «si toda la ladera del Cumbre Vieja se precipitar al mar. Sólo es una posibilidad».

La pesadilla no tiene fecha. El vulcanólogo inglés habla de 20 ó 200 años para la llegada de la mortífera ola gigante, una estimación que otros expertos califican de ficción. «Nadie puede jugar con las fechas de una hipotética catástrofe. Y menos aún cuando se habla de la aparición de tsunamis tras la caída al mar de una parte del volcán de Cumbre Vieja. No podemos saber cómo va evolucionar esta montaña.

Es muy probable, según nuestros estudios, que lo haga hacia configuraciones estables. En este caso, no habría problemas. Pero aún poniéndonos en el peor de los escenarios, que el volcán empezara a romperse de forma preocupante, el proceso duraría miles o centenares de miles de años.

Estamos hablando de un tiempo geológico admitido por todos los científicos serios, y no del que habla McGuire», explica el vulcanólogo Juan Carlos Carracedo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Canarias. Fue él, precisamente, el que ayudó al investigador inglés a analizar en profundidad la actividad del temido volcán canario. El último deslizamiento de rocas que formó el volcán ocurrió hace 560.000 años.

¿Se puede predecir con exactitud esta eventual catástrofe con la antelación suficiente como para evacuar a los habitantes de la isla? El profesor McGuire asegura que la única manera de pronosticarla es analizando constantemente la zona. Algo, asegura él, que no se hace desde 1999 «porque el Gobierno español dejó de subvencionar nuestros estudios».

Aunque el Benfield Hazard Research Centre está financiado por la multinacional de seguros Benfield Group, en el caso de la isla de La Palma el trabajo fue encargado por las autoridades españolas, sin participación de empresas aseguradoras.Esta decisión dejó «muy preocupado» a McGuire, pues insiste en que sólo a través de controles permanentes de radiosatélite se pueden predecir las erupciones hasta con 15 días de anticipación.

En Tenerife, después de que los instrumentos de medición del Instituto Geográfico Militar detectaron en abril último una serie de 230 terremotos de baja intensidad (cerca de 10 veces más de lo normal), se declaró el estado de alerta y, en consecuencia, se creó un comité científico para asesorar a Protección Civil.

En junio, el instituto pasó a ser el cerebro de la emergencia volcánica en las islas. A pesar de que estos temblores conforman la primera crisis volcánica de la última centuria, diversos especialistas de la región han pedido calma a la población, ya que, según ellos, el riesgo real de una erupción es «muy bajo».

Tampoco faltan quienes discrepan sobre la eficacia de los métodos empleados por el departamento de Catástrofes Naturales que McGuire dirige en el Benfield Hazard Research Centre. En un artículo publicado recientemente en el diario The Guardian, dos científicos del Centro de Oceanografía de la Universidad de Southampton, Russell Wynn y Doug Masson, califican de «tremendamente exagerado» el estudio del equipo de McGuire.

«El escenario de megatsunamis responde a un caso extremo e hipotético, y está basado en modelos de ordenador especulativos sobre el movimiento de la falla y la generación de tsunamis. No trabaja con depósitos reales de material, como lo hacemos nosotros», critica Wynn. Dice más: «Las Canarias son archipiélagos volcánicos que se colapsan en intervalos regulares según los tiempos geológicos.Es importante recordar que en los últimos 200.000 años sólo ha habido dos desplazamientos en los flancos de estas islas.

El profesor McGuire apoya su disidencia en la idea de un desprendimiento lento y gradual de la ladera del Cumbre Vieja, como ya ocurriera en la isla del Hierro, hace casi 100.000 años, cuando un gran bloque rocoso cayó casi 300 metros, sin llegar al mar. «Aquella mole no provocó tsunamis, pero las marcas que dejó en su trayecto y los rastros de roca derretida dan cuenta de la alta velocidad de su caída y del desastre que hubiera provocado.

Además nos sirvió para corroborar algunos datos. Estamos convencidos tanto de la gran velocidad que tendría la potencial caída de la ladera del volcán en La Palma, como de los tsunamis que esta inmersión produciría. La única manera de comprobar la efectividad de nuestro modelo sería que la catástrofe sucediera, algo que esperamos que no pase jamás».

-Sabiendo esto, ¿se compraría una casa en La Palma?

-Sí Lo estoy pensando seriamente. Canarias me gusta tanto por el paisaje como por su gente, que siempre me ha recibido bien.

-¿También la del sector turístico?

-Por ahora, sí. Es más, creo que deberían explotar el volcán como atracción turística. ¿Una catástrofe? Puede pasar en 20, 200 ó 5.000 años.




Catastróficos tsunamis podrían derivarse del derrumbe de un volcán de La Palma

Olas de cientos de metros amenazarían a Canarias, la costa este de América y las occidentales de África y Europa



Uno de los flancos del volcán Cumbre Vieja, de la isla canaria de La Palma, ha comenzado a desplazarse hacia el océano, y su caída –cuya fecha está por definir- provocaría un desastre equiparable al impacto de un meteorito contra la superficie terrestre, según un modelo informático elaborado por científicos europeos y americanos por encargo de importantes aseguradoras. Potenciar los instrumentos de medición existentes en la isla podría anticipar en dos semanas una nueva erupción y minimizar los riesgos sobre las personas.

Vieja se alza dos kilómetros por encima de la superficie terrestre, si bien es un volcán de seis kilómetros de altura desde el fondo oceánico. Es el más activo de Canarias y uno de los más activos del planeta. En los últimos cinco siglos ha entrado en erupción siete veces, la última de las cuales, acaecida en 1949, formó una falla a lo largo de la cresta del volcán que desplazó su flanco oeste hacia abajo, hacia el mar.

Según los datos radiométricos tomados por el Climate and Environmental Science Institute de Gif-sur-Yvette, de París, esta falla es la primera que sufre el volcán en los últimos 25.000 años.


Por otro lado, las fallas suelen crecer por debajo de la superficie, y sólo alcanzan ésta en caso de que tengan gran tamaño. Esto hace pensar que la fisura que amenaza uno de los flancos de Cumbre Vieja pudiera ser muy profunda.


Se sabe que, al principio, Cumbre Vieja pertenecía a un tipo de volcán que carece de cráteres profundos en su cima, aunque sí tiene varias series de pequeños respiraderos o de válvulas volcánicas en diversos puntos del volcán.


La geometría de Cumbre Vieja tenía este patrón hace entre 15.000 y 8.000 años. En este periodo de tiempo, se extinguieron las zonas de respiraderos situadas al noroeste y al noreste, pero, después, la zona sur se propagó hacia el norte a través de la cumbre, dividiendo en dos el volcán.


Más recientemente, nuevos sistemas de fisuras se desarrollaron en el flanco oeste del volcán, lo que sugiere que Cumbre Vieja se está dividiendo y que el lado oeste se mueve hacia el mar, abombándose y amenazando con fracturarse.


De llegar a hacerlo del todo, caería al mar una gigantesca masa de un volumen de al menos 200 kilómetros cúbicos, aunque podría llegar a ser de más de 500 kilómetros cúbicos. Tal como explica al respecto el
Benfield Hazard Research Centre de Londres, los efectos podrían ser catastróficos.

100 millones de personas afectadas


El modelo informático diseñado por este centro y por la universidad de California, indica que las olas que se derivarían del impacto de semejante trozo de tierra contra la superficie del mar retendría una significativa proporción de la energía derivada de dicho impacto, propagándola más allá de las Islas Canarias hacia los Estados Unidos, Europa y Brasil, afectando a un total de 100 millones de personas.


Los
tsunamis que recorren el mar a gran velocidad (tan deprisa como un avión de pasajeros), como pudiera ser el caso de las olas de La Palma, para luego frenar y reunirse unos con otros, aumentan su peso según van llegando a aguas menos profundas.

El modelo informático predice que, entre 6 y 9 horas después de ocurrir el derrumbamiento en Cumbre Vieja, las olas, de un tamaño de alrededor de 50 metros, estarían golpeando toda la costa oeste del Atlántico.


Horas antes de su llegada a América, las costas de Canarias, del oeste africano y de Europa habrán sido barridas por olas refractadas desde la isla de La Palma, olas que podrán alcanzar los centenares de metros de altura.


Este fenómeno podría entrar a formar parte de un grupo raro pero amplio de sucesos geofísicos, al que pertenecen también las erupciones volcánicas gigantes y los impactos terrestres de meteoritos o asteroides.


La tasa de mortalidad como consecuencia de estas tres situaciones es teóricamente similar a la de estos episodios, y supera a todas las tasas cotidianas consideradas significativas, como los provocadas por catástrofes naturales o las plagas.


Catastróficos tsunamis podrían derivarse del derrumbe de un volcán de La Palma
No para mañana

Los científicos creen que el eventual colapso provocado por los fenómenos de la isla de Palma no será inminente. Los teóricos señalan que el volcán no se partirá necesariamente en una próxima erupción.


De hecho, la última erupción ocurrida en Canarias, producida por el volcán Teneguía (también en la isla de La Palma) en 1971, tuvo poca relevancia, seguramente debido a que el magma no se alzó tan alto dentro del volcán como sería necesario para partirlo. Las anteriores erupciones del volcán Cumbre Vieja ocurrieron en 1677-78, 1712, 1730-1736, 1824 y 1949.


La repetición de las erupciones se produce en intervalos de décadas, pero aún así, los especialistas vaticinan que la rotura podría darse incluso dentro de 5.000 años, aunque advierten que podría ser mucho antes.


Según el geólogo Lars Serana, de la Agencia Federal alemana de Ciencias Geológicas y Materias Primas, en
declaraciones a DW-WORLD, desde 1493 se mantienen en erupción 7 de los 120 volcanes de la cadena del fuego de 14 kilómetros de longitud que caracteriza a La Palma.

De hecho, en agosto de 2004, el director del Benfield Hazard Research Centre de Londres, Bill McGuire, declaraba a
The Guardian, que una enorme roca, del tamaño aproximado de la isla de Man (53 por 31 kilómetros), está a punto de desprenderse de la isla volcánica de La Palma.

Añadía que, aunque estas catástrofes naturales se producen aproximadamente cada 10.000 años, la isla de La Palma podría hundirse mucho antes porque ya se sabe que se está moviendo.


Además, según McGuire, es muy probable que una nueva erupción del volcán haga que colapse el flanco occidental de la isla en su totalidad. Si esto ocurre, todo el proceso podría durar 90 segundos.


Mejor prevenir


Aunque la vigilancia volcánica en Cumbre Vieja se ha intensificado en los últimos cinco años, el Benfield Hazard Research Centre considera que es preciso incrementar los instrumentos de medición para prevenir con mayor rapidez una nueva erupción, por el potencial riesgo que entraña de desencadenar una catástrofe natural de dimensiones casi planetarias.


Muy pocas cosas podrían hacerse para proteger a La Palma en ese supuesto. Las barreras que se podrían colocar no serían capaces de aguantar la presión que se produciría con ese oleaje y una posible división de la isla en dos partes antes de su colapso sería, además de muy peligrosa, una pérdida de tiempo que entrañaría muchos problemas.


Por otra parte, ordenar una serie de evacuaciones masivas de la población podría suponer un impacto financiero que, a su vez, podría originar un resentimiento social si, finalmente, resultara ser una falsa alarma.


Sin embargo, el Benfield Hazard Research Centre advierte que hay sistemas de detección que podrían anticipar en dos semanas la inminencia de una erupción. Y aunque puede que esa nueva erupción no desencadene la temida catástrofe, el riesgo es tan elevado que la ciencia aconseja medidas preventivas en las que deben colaborar instituciones de ambos lados del atlántico.


Catastróficos tsunamis podrían derivarse del derrumbe de un volcán de La Palma
Antecedentes.
No es la primera vez que el Benfield Hazard Research Centre advierte de los riesgos de una catástrofe de esta naturaleza originada por el hundimiento total o parcial de la isla de La Palma.

En septiembre de 2001, Steven N. Ward, del Institute of Geophysics and Planetary Physics, de la Universidad de California, y Simon Day, del Benfield Greig Hazard Research Centre, publicaron un
artículo en Geophysical Research Letters que ha sido la referencia documental de esta hipótesis científica.

El Benfield Hazard Research Centre de Londres (adscrito al grupo de seguros y reaseguros Benfield Group, al cual pertenece la famosa Lloyd's) agrupa a unos cincuenta geólogos, meteorólogos y especialistas en gestión de desastres naturales.


Adscrito a la Universidades de Londres, Oxford y Cambridge, su cometido es anticipar posibles catástrofes naturales con la finalidad de reducir riesgos y daños, lo que finalmente rebaja las indemnizaciones a pagar por las aseguradoras.


Según el modelo informático utilizado para el estudio publicado en 2001, el derrumbamiento se iniciaría tras una supuesta erupción, después de días de deformaciones y terremotos.


Un
segundo modelo se aplicó más tarde al escenario de evolución del eventual hundimiento de una parte de la isla de La Palma, describiendo con mayor precisión las consecuencias de este colapso: olas de 900 metros que alcanzan en sus desplazamientos los 800 kilómetros por hora.

A los resultados de este modelo se refería Bill McGuire en The Guardian. Sin embargo, la evaluación del Benfield Hazard Research Centre ha sido objeto de polémica desde sus inicios.


El mismo diario británico la considera una especulación catastrofista al mejor estilo de las películas de Hollywood. La
Sociedad Tsunami ha minimizado asimismo, en enero de 2003, el escenario catastrofista, considerando mínimamente posible que, en caso de una nueva erupción, parte del volcán Cumbre Vieja caiga al océano.

En septiembre de 2006, la prestigiosa
Dutch Technical University de Delft (Holanda) publicó un documentado informe en el que critica los estudios científicos que alertan del peligro, así como las informaciones y documentales que hablan del tsunami de La Palma sin, en su opinión, suficiente base científica. La polémica científica está servida.

Algunos geólogos de las Islas Canarias, como Juan Carlos Carracedo, también han expresado su malestar por estas informaciones que, a su entender, distorsionan la realidad. Otros, en cambio, expresan su inquietud.



 
Fuente:    sabiens

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